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ninguna herida seria. Por supuesto, era mortal. Una descarga lo bastante potente, o bien
colocada, lo mataría. Pero llegó antes a los shenna. Cascos, manos, colas, uñas entraron
en acción.
El shenna derribado tampoco había sufrido heridas graves. Vio su arma donde la había
dejado caer y corrió a recuperarla. Van Rijn le salió al paso.
 Oh no, ni hablar, compañero  jadeó el comerciante . La llevaré a casa y veré si
hay algo nuevo, alguna idea que pueda patentar.
Más alto, más ancho y con músculos como cables, el Minotauro se lanzó contra el
gordo anciano. Van Rijn ya no estaba allí. De alguna forma, se había echado a un lado.
Le dio una patada de kárate. El shenna aulló.
 ¿Así que ése es un punto doloroso para vosotros también, ¿eh?  dijo Van Rijn.
El dathyno describió un círculo a su alrededor. Se miraban el uno al otro y el arma que
brillaba sobre la arena entre los dos. El shenna bajó la cabeza y cargó. Sabiendo que
hacía frente a un oponente con cierta habilidad, mantuvo las manos en una posición
defensiva. Pero ningún terrestre podría sobrevivir si se dejaba coger. Van Rijn salió a su
encuentro a gran velocidad. En el último instante antes del choque, se echó a un lado otra
vez, giró y se encontró detrás del gigantesco guerrero que corría hacia delante.
 ¡Que Dios me ayude!  gritó Van Rijn. Buscó en su túnica, sacó a San Dimas y
golpeó a su enemigo. El shenna se desplomó.
 ¡Oooooh!  exclamó Van Rijn, inflando sus mejillas por encima del asombrado
coloso . No soy tan joven como antes.
Devolvió la estatuilla a su lugar de descanso, recogió el arma, la estudió hasta que se
hubo figurado cómo se manejaba y miró a su alrededor, en busca de blancos.
No aparecía ninguno inmediatamente a la vista. Chee Lan había vencido a su
adversario. Adzel regresaba al trote. En su huida hacia el castillo la multitud de los shenna
se había diseminado.
 Esperaba ese resultado  observó el wodenita . Concuerda con su psicología. El
instinto de atacar bruscamente debe ser compensado por igual tendencia a salir de
estampida. De otra forma la especie ancestral no hubiera sobrevivido mucho tiempo.
Chee descendió y dijo:
 Vayámonos antes de que se les ocurra alguna idea inteligente.
 Sí, no son del todo estúpidos, me temo  aclaró Van Rijn . Cuando les digan a sus
robots que dejen de hacer el vago...
Un profundo zumbido se oyó en la noche. Uno de los destructores temblaba sobre sus
extremidades de aterrizaje.
 Acaban de hacerlo  dijo Chee, y por el comunicador, añadió : Venid a coméroslos,
chicos.
Muddlin Through apareció por encima del horizonte.
 ¡Abajo!  gritó Adzel.
Protegió a los otros dos con su cuerpo, que podía soportar mejor el calor y la radiación.
Los rayos relampaguearon. Si alguna de las naves hubiese despegado, Falkayn y
Atontado hubiesen tenido problemas. Su suministro de municiones se encontraba vacío
después de la batalla de Satán. Pero estaban sobre aviso, excitados, listos y dispuestos a
aprovechar despiadadamente la ventaja de la sorpresa. El primer destructor no soltó más
que un único disparo a ciegas antes de ser alcanzado. Al caer chocó contra la nave de al
lado y ambas volcaron con un estruendo metálico semejante al de un terremoto. La nave
de la Liga inutilizó el transbordador de Moath  se necesitaron tres descargas para que la
arena corriese derretida por debajo y aterrizó.
 ¡Donderop! gritó Van Rijn. Adzel lo cogió por debajo de un brazo.
 ¿Wat drommel?  protestó.
El wodenita agarró a Chee por la cola y corrió hacia la compuerta.
Mientras la nave bombardeaba el castillo, tuvo que bizquear en aquella cegadora
claridad, tambalearse por las explosiones, respirar el humo y los vapores. En el puente,
Falkayn protestaba:
 No queremos herir a los no combatientes.
 En conformidad con tus instrucciones generales  replicó Atontado , estoy tomando
la precaución de demoler las instalaciones cuyas resonancias por radio sugieren que
contienen armas pesadas y misiles.
 ¿Puedes conectarme con alguien en el interior?  preguntó Falkayn.
 Conectaré lo que hemos considerado la banda de comunicación más frecuente en
Dathyna... Sí. Están haciendo intentos para comunicar con nosotros.
La pantalla se iluminó. La imagen de Thea Beldaniel apareció, distorsionada, con [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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